¿Qué es el socialismo andino? (Partes I y II)

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¿Qué es el socialismo andino? (Partes I y II)

Red Voltaire

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(I Parte)

 

por José Mendívil*; phistoricoandino@yahoo.es 8-1-2007

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El socialismo andino no puede pretender encontrar una fácil respuesta al tema de ¿qué economía debe construirse en los países andinos que sea alternativa al capitalismo? Es un error común insistir en dar respuestas fáciles o generales, como aquellas de la ‘economía de los ayllus’ o una ‘economía socialista’. Es evidente que la primera es una opción reduccionista, y la segunda muestra su pretensión universal, que deja al socialismo andino y su proyecto histórico en la vertiente del socialismo europeo, universalismo que no lo niega, pero tampoco lo afirma. Si bien estas respuestas tuvieron validez en el siglo pasado, y no se les puede negar su importancia política y su fuerza ideológica para las ‘guerras’ con el capitalismo neoliberal, se ha hecho necesario actualizar su justificación no ya desde modelos económicos de fines particulares o universalistas, sino desde un modelo económico para el proyecto histórico del socialismo andino del tercer milenio. Cuyo anunciador fue José Carlos Mariategui aunque solamente fuera eso.

Lo primero que dicho modelo debe tener claro es que la idea de la universalidad de la propiedad privada no es su condición o supuesto fundamental, de lo que se desprende que el modelo económico deberá sustentarse en formas plurales de propiedad, como son la propiedad privada de las sociedades anónimas o de responsabilidad limitada, la propiedad familiar y comunal, la propiedad cooperativa, la propiedad municipal, la propiedad del estado; o formas combinadas de propiedad accionaria y propiedad comunal, forma ésta redistributiva de la propiedad y la riqueza que evita la concentración accionaria y de la riqueza en uno de los lados de la sociedad.

Un segundo atributo de este modelo es su racionalidad productiva y reproductiva, es decir una clara identificación del rol económico de la familia, sea esta nuclear o extensa, y de las políticas de población, tanto de crecimiento como de su desarrollo territorial y espacial. Si lo primero evitaría que el modelo reproduzca la explotación capitalista del hombre y de su trabajo, lo segundo debe permitir una distribución equitativa de la riqueza, reduciendo las desigualdades sociales y las crisis sociales por escasez o sobreproducción.

Un tercer atributo, es el del tipo de Estado necesario para este modelo. El estado federal andino, funcionalmente, es decir, en relación no ya al poder, sino a la viabilidad de este modelo económico, debe tener la capacidad de hacer posible un desarrollo equilibrado, sostenido y moderno, para lo cual no basta una reforma tributaria integral y adecuada a los fines del modelo durante su período de despegue; sino que más importante será conseguir y conservar la soberanía sobre sus principales recursos naturales; lo que no implica de por sí que la explotación de los recursos naturales estratégicos de los andes sirvan a los fines del socialismo andino que su proyecto histórico persigue, sino, inicialmente generar el ahorro nacional necesario para su desarrollo industrial, científico y tecnológico durante el período de cambios que son necesarios para romper las amarras del modelo convencional que define al capitalismo en nuestras naciones; control nacional sobre los excedentes que permita reforzar la transición hacia una nueva economía. Esto saca al socialismo andino de los límites del debate de sí el estado se hace ‘grande’ y por ello populista, o si es solo subsidiario, es decir, sometido a los vaivenes del mercado y los intereses de las trasnacionales del capitalismo.

Un cuarto atributo es que este es un proyecto desde los indígenas, pero no sólo para los indígenas. Porque los acontecimientos obligan, es un proyecto para la sociedad andina que aspira y espera que los cambios no sólo se den desde gobiernos que levanten este proyecto, sino que se sostengan desde la sociedad. Este es un camino que empiezan a andar los zapatistas, que en su última declaración de Lacandona nos dicen que para pasar del capitalismo a otra economía, es necesario tener un proyecto nacional, democrático y de avanzada. Afirman que después de los éxitos que les diera su levantamiento de 1994, han ido cambiando para resolver el problema que tuvieron entre la hegemonía del núcleo militar y la base social de los campesinos zapatistas; que ahora han horizontalizado las decisiones y que están avanzando a paso seguro, al paso de la tortuga de Aquiles, y que quieren coincidir con todo el pueblo mexicano. Reconocen que su proyecto ha sido hasta ahora un proyecto para los zapatistas y sus simpatizantes, y quieren cambiar con todos los mexicanos sumándose a un proyecto que abra nuevas confianzas y compromisos más extensos. Con esta decisión muestran que asumen la responsabilidad de construir un proyecto para toda la sociedad mexicana, porque si no lo hacen saben que podrán seguir resistiendo, pero no podrán vencer todos los obstáculos del capitalismo mexicano y del imperio que no cejarán en sus tretas para hacerlos caer o mantenerlos aislados. Es lo mismo que está intentando Evo Morales y el MAS en Bolivia, y Hugo Chávez en Venezuela. Si bien son muchas las dificultades que enfrentan, no hay mejor salida a la luz desde la oscuridad de la dependencia y el entreguismo de burguesías criollas muy antipatriotas. El cambio trae riesgos, que son mayores en las sociedades andinas cuyas mayorías querrán desde el inicio que mejore todo rápidamente. Estos riesgos son los de hacerse cargo de un Estado desbancado y corroído por la corrupción pública y de las empresas privadas. En esas condiciones, un gobierno andino, que está obligado a hacer cambios radicales, sólo podrá tener viabilidad si conserva la mayoría, si se re-integra con los otros países andinos vecinos y recibe el apoyo de otros países, entre ellos de Argentina y Brasil. Establecer nuevas sociedades en los andes no será nada fácil. La derrota de un gobierno andino será sin duda una derrota para todos los movimientos sociales y políticos que aspiran a cambiar a las naciones andinas y latinoamericanas.

El pluri-nacionalismo andino que se viene, no implica de por sí nacionalismos xenófobos o culturalmente esencialistas. Los zapatistas toman toda la crítica de Marx para su lucha contra el capitalismo, sin embargo, saben que la nueva economía no puede nacer de las comunidades de autosubsistencia, que éstas, de acuerdo a sus posibilidades, deben avanzar hacia formas empresariales que les permitan generar el ahorro necesario para resistir, y para mostrar que otra economía, no capitalista, es posible y necesaria. En general se requieren construir nuevas relaciones con las organizaciones de izquierda que no se libran aún de sus defectos y vicios; pero los nuevos proyectos andinos tienen que actuar con iniciativa ante estas organizaciones y no esperar que los tengan en cuenta, sabiendo que la ventaja está de su lado y que tienen un proyecto cultural que ofrecer. Mientras las reformas constitucionales solo hablen de los derechos indígenas o de un estado plurinacional., nada cambiara sustancialmente. Se darán nuevos derechos, pero así no se cambia la estructura del estado, si dichos cambios no son parte de cambios históricos en el poder y el disfrute de la riqueza. Los andes están maduros para estos cambios.

En economía, que es el terreno más difícil y minado, no se pueden hacer cambios sólo desde la oposición al capitalismo. Sólo vence lo que esta maduro en la sociedad. La pregunta que debe responderse es con qué se reemplaza ese sistema. No basta ya suponer que resistir es el mejor camino. Es evidente que no se salvarán las comunidades y pueblos haciendo esfuerzos enormes por mantenerse en economías de subsistencia, intentando prohibir que mercancías que vienen de la economía global ingresen a las comunidades, creyendo que se puede avanzar prohibiendo que los intercambios sean en dinero, ya que con eso no se estaría derrotando al capitalismo, y lo único que se lograría es mantener un foco de resistencia, una plataforma de resistencia. Entonces una propuesta económica alternativa no solo es un modelo de economía moderna adaptada a los andes, sino un conjunto de políticas y estrategias orientadas a generar empleo digno y a inducir una redistribución equitativa del ingreso nacional, cambios que permitan avanzar hacia el socialismo andino.

Con el siglo XX termina la esperanza de justicia de la igualdad, libertad y democracia capitalista. Ahora, y lo sabe el liberalismo, la esperanza de justicia ha empezado a pasar en los andes a movimientos hasta ahora indigenistas, y que después de las lecciones de lo que significa estar en el gobierno, aunque en condición de subordinados, dadas por el movimiento Pachacutik del Ecuador, devienen en partidos o movimientos políticos andinos más abiertos, que requieren ser sostenidos por la filosofía y la ideología de un proyecto histórico andino, y jugar el juego del poder dentro de la democracia. El capitalismo no tiene ya un discurso moderno, y su discurso posmoderno no deja de ser elitista. El de la libertad y el mercado ya no le resulta muy útil. Su discurso ahora es el de la guerra abierta por los recursos naturales de los andes. El capitalismo, a pesar de que está en crisis pretende resolverla tomando los más importantes recursos que tienen los andes, y que no fueron totalmente controlados en el siglo XX: la diversidad genética y de conocimientos de los hábitat amazónicos y serranos, y particularmente de sus fuentes hídricas. Hace muy poco el Consejo Nacional de Inteligencia de los Estados Unidos publicó un documento en el advierte que en los próximos 25 años el problema para la política exterior norteamericana en los andes no son los sindicatos ni los partidos políticos radicales, sino las ‘insurrecciones’ de los antiguos pueblos andinos contra sus estados, y que éstos levantamientos tienen posibilidades para establecer nuevas sociedades y estados, y por lo tanto, advierte que preventivamente tienen que prepararse para defender a los viejos estados-nación de esas revoluciones andinas. El principal recurso de dominación liberal en este siglo pasa a ser el de la guerra sostenida en la capacidad militar que tiene el imperio. Sin embargo, el capitalismo global no las tiene todas consigo, viene perdiendo hegemonía ante el crecimiento de la economía china e india que representan a más de un tercio de la humanidad, economías con proyectos civilizatorios que no están en el círculo cerrado del capitalismo moderno, y que descansan en sus propias raíces culturales y religiosas. En realidad los andes están pasando de un período largo de resistencia al mercantilismo y al capitalismo, a un período de ofensiva y de cambios liderados por los que hasta ayer fueron excluidos del poder y el gobierno; tránsito complejo y muy difícil porque el viejo y astuto capitalismo no abandonará tan fácilmente el escenario de los andes, como espacio de conquista y colonialismo. A través de ONGs gigantes, institutos internacionales y con la colaboración de otras agencias, el imperio provocó la división de COICA, la más importante organización de los pueblos indígenas amazónicos, y viene creando o sembrando otras “coordinadoras regionales”, dando pasos importantes en su objetivo de allanar el camino hacia el control de la amazonía y los andes sudamericanos, con la participación de indígenas colaboracionistas, previamente captados y mantenidos con sus capitales “sin fines de lucro”.

La racionalidad andina aún subsistente, y que tiene su soporte material en el sistema del Capac Ñan, que pone en una línea imaginaria o “eje” a los centros religiosos del Tahuantisuyo entre Cusco y Quito, y que lo integran sus miles de comunidades territoriales, muestra que existe aún una profunda concepción de la vida y la naturaleza, que no solamente se reduce al cuidado de la tierra o de la pachamama, sino a la naturaleza como complemento vital. Bastaría solo tener en cuenta todos los problemas de contaminación provocados por el capitalismo, los problemas de crisis de recursos que vamos a tener en este siglo y los siguientes si no cambia el modelo de la economía mundial, para reconocer que los andes son una posibilidad para el mundo. Muy difícilmente se podrá encontrar en otras culturas una racionalidad como la andina-Inka, que tiene una enorme utilidad para los cambios que el mundo demanda. Una racionalidad del hombre y su devenir que privilegia la vida y no la guerra.

No vamos a afirmar que no hubo violencia en el Tahuantinsuyo, pero la violencia no fue el sentido o signo de su cultura. El Inka al expandir sus dominios acostumbraba a jugar, con los curacas que eran incorporados, el juego del Waman y el Amaru, juego de guerra ficticio en el que el Inka siempre ganaba, o el Curaca se dejaba ganar aceptando la supremacía de los quechuas del Cusco a cambio de los beneficios que recibiría. La explicación de este ‘juego’ tiene sus complicaciones, pero podemos adelantar que tiene sus antecedentes en el mito fundante de los Inkas quechuas y en la diarquía confederativa del gobierno de los Hanan o descendencia matrilineal de Mama Ocllo y de las Panacas, junto al gobierno de los Hurin, o descendencia patrilineal de los Ayllus de Manco Capac.

Le va a costar mucho a la racionalidad occidental librarse del sistema y filosofía de la dominación de la vida y la naturaleza. El hombre occidental parece vivir angustiado por una violencia innata, la de una cultura predadora, caracterizada por una desaprensión por la vida de los otros, de los ‘bárbaros’ o ‘indígenas’, y por el poco afecto por la vida del otro; tan violento, tan inhumano en el hombre individualista del capitalismo, de un capitalismo al que no le interesa que el TLC termine matando de hambre a los no-occidentales de los andes. En cambio, Túpac Amaru II no tenía esa violencia, porque cuando tuvo al Cusco rodeado no lo toma por la fuerza, ya que esperaba que los ‘chapetones’ y criollos que habían aceptado rebelarse contra la corona española se pongan de su lado como se había convenido. Sus ‘amados’ criollos, como los llamaba, estaban en su proyecto emancipador. Este es otro atributo moral y ético de un proyecto histórico para los andes, que es a la vez un proyecto cultural alternativo a occidente, y que no puede evitar verse y mostrarse como la continuidad histórica del proyecto cultural del Tahuantinsuyo, del proyecto emancipatorio de Túpac Amaru; y también como continuidad del proyecto independentista de Bolívar. Estos son los antecedentes mas remotos y valiosos de un proyecto histórico contemporáneo en los andes, y que deben distinguirlo por ser profundamente creativo y humano. Por lo mismo, la nueva historia en los andes será obra de todos, si bien en su caminar algunos irán siempre rezagados, ya que el rumbo parecen fijarlo ahora los runas herederos de la cultura andina y dispuestos a construir el socialismo andino sobre su territorio ancestral, el de la gran patria de Bolívar.

*Esta serie de artículos es una parte adaptada del libro en edición Ricardo Palma de Lima – Perú. Sus últimos libros publicados son ¿En qué nación queremos vivir los peruanos del siglo XXI?, y La Otra libertad.

 

 

El socialismo andino es otro socialismo ….

 

¿Qué es el socialismo andino? II

por José Mendívil*; phistoricoandino@yahoo.es

Es necesario abrir las posibilidades a la existencia de mejores y auténticos países y sociedades andinas, y para ello es inevitable volver la mirada a las fuentes de nuestras propias ventajas culturales y agroecológicas, sin descuidar los aportes de una industria moderna adaptada a un nuevo modelo que sirva para superar las inequidades y trabas del capitalismo periférico, como de la minería contaminante y distorsionante de nuestras economías, aprovechando las ventajas que nos dan nuestros propios intereses que están en lo siguiente:

1. El profundo conocimiento de las posibilidades de nuestros ecosistemas y de su biota, que nos lleven a priorizar la investigación científica y tecnológica para permitir un uso adecuado de recursos a la tarea del desarrollo agroecológico y pos-industrial de nuestros países.

2. La pluralidad de los procesos de generación de riqueza, mejorando la diversidad biológica, la adaptación de plantas a condiciones adversas, el control de los fenómenos naturales, domesticación de especies, repoblación de territorios aparentemente inhóspitos, etc. Esto requiere políticas poblacionales que nos lleven a una adecuación de nuestro crecimiento demográfico a los fines de una nueva economía.

3. Las potencialidades de los procesos autónomos de generación de tecnologías, tanto de las andinas antiguas, como de las que exige el conocimiento moderno y el desarrollo tecnológico.

4. La utilidad del conocimiento de las comunidades para la reparación ambiental de los hábitats y ecosistemas destruidos por la minería y la industria dependiente.

5. El desarrollo de la industria andina en función de nuestras necesidades sociales, culturales, científicas, y tecnológicas, y de la sostenibilidad de su competitividad en el exterior.

6 La reducción progresiva de la explotación minera al nivel de satisfacción de nuestra demanda interna, y la generación de divisas por la explotación de metales preciosos y su exportación.

7. La aplicación de tecnología biológica avanzada para producir y exportar productos de alto valor agregado, que permita captar un stock de divisas indispensables para el buen manejo de nuestro sector externo.

8. La organización de una sociedad de pleno empleo y estable en la medida en que se respeten los derechos y aspiraciones étnicas y económicas legítimas de nuestros pueblos.

9. La singularidad de una gobernabilidad democrática y responsable con el bien común y la edificación de una sociedad plural e intercultural.

Superando el proceso de industrialización dependiente, y orientada la economía hacia un modelo post-industrial, la generación de riqueza se basaría en una agricultura de alta calidad científica y tecnológica, y en industrias limpias y de servicios, economía que debe ser característica de sociedades andinas que mejoran cualitativamente sus relaciones con el mundo desarrollando aplicando un modelo de desarrollo superior al capitalismo. Se trata de crear una sociedad pos-industrial que corrija el proceso de deterioro ambiental y humano producido por la industria y la competencia capitalista en los andes. Podríamos decir entonces que las condiciones de vida de estas nuevas sociedades contemporáneas son las propias de su cultura y su historia. Entonces, ¿qué es lo que pueden ofrecer estas sociedades? Hasta ahora sus posibilidades se han fijado en adaptar el capitalismo y la modernidad a sus países, y más cercanamente en el reconocimiento y la tolerancia a los derechos de etnias originarias. La fijación étnica tiene sus fuentes en la antropología y se queda en la distinción folclórica de las formas de vida de las comunidades indígenas. El enfoque folclórico ha sido sustituido por el culturalista que es más reciente y que ha sido influido por la corriente multiculturalista norteamericana, y por la llamada filosofía intercultural, y que se caracteriza por proponer el reconocimiento de etnias indígenas y el respeto de sus derechos culturales. Desde las comunidades, el Banco Mundial y agencias de cooperación, promueven un enfoque que puede ser denominado del etno-desarrollo, que postula que el indígena por ser indígena tiene una visión muy restringida o arcaizada de su existencia, y marginal de su economía en la artesanía, el turismo, tejidos, alfarería, cultivos ecológicos, etc., visión falsa de su economía que tienen interés en promover por cuanto no altera las condiciones de dependencia del capitalismo en nuestros países, y asegura la continua transferencia de riqueza hacia el exterior.

Una ruptura con estos enfoques fue iniciada a partir de los 90 por un grupo de intelectuales andinos, entre ellos Gerardo Ramos, Antonio Peña Cabrera, Zenón de Paz, Javier Lajo, y Fernando Silva Santisteban. Para esta corriente de pensamiento la cultura andina, que no es strictu-sensu exclusivamente indígena, con el rebrote de su vitalidad trae consigo el despegue de sociedades hasta ahora colonizadas por el capitalismo. Sostienen que las diferencias culturales entre occidente y el mundo andino son tan marcadas que lo andino, a pesar de todos los embates recibidos del capitalismo durante siglos, ha mostrado no solo aptitud para conservar características culturales propias, sino para desplegar la voluntad de sociedades afirmadas en su libertad para llevar a cabo la invención creativa del socialismo andino, un socialismo en el que participen con igualdad de derechos y oportunidades todos sus pobladores, y en el que no hayan preferencias o privilegios para una etnia u otra; libertad para romper con la falsa idea de que las soluciones están en persistir aplicando modelos que funcionan en otras sociedades, una libertad que sirva para armonizar las diversas tendencias existenciales de los pueblos que conforman las sociedades andinas contemporáneas.

Esta corriente intelectual propone pensar de manera diferente a las usuales y a las que nos hemos referido, la incorporación de toda la sociedad a la producción, abriendo paso a su creatividad y al desarrollo de la ciencia y tecnologías adecuadas a los ecosistemas andinos, a la geografía de nuestros países, que nos eviten las consecuencias devastadoras de la industrialización capitalista, particularmente de la metalurgia y la industria química; investigar la variedad genética de la flora y fauna de los andes sudamericanos para desarrollar economías post-industriales orientadas al bienestar humano y la conservación de los recursos con que la naturaleza beneficia a las naciones andinas, y poder ofertar al mundo tecnología y servicios para la producción de alimento sano por una agricultura más variada, como debe ser la de los andes por sus climas y la existencia de extraordinarios agricultores entre su población que son de origen andino muy antiguo. Sugieren que nuevas formas políticas de gobierno y administración deben sustituir a las actuales para evitar las consecuencias del racismo y de sociedades dualizadas que fueron impuestas desde la conquista europea; superar formas de poder que continúan deteriorando la política y la gobernabilidad en nuestros países. Contrariamente a lo que podría suponerse consideran que relaciones sanas y estimulantes para occidente y los andes deben promoverse en condiciones paritarias y mutuamente beneficiosas en la balanza de pagos, en los tipos de cambio, el comercio, la cultura, ciencia y tecnología. «Podemos aceptarnos como poseedores históricos de los valores de occidente que no hayamos recusado….Los valores incorporados a título de positivos son nuestros, como si no nos hubieran sido impuestos…sino como si los hubiéramos elegido libremente, con la misma libertad con que…recusamos…los desvalores…de occidente» (Ramos, Gerardo. Una visión alternativa del Perú, 2001. Mensaje de 1991, P 27).

En el 2005, Javier Lajo en su libro Qhapaq Ñan: La Ruta Inka de Sabiduría, aporta a la teoría de este grupo denominado Proyecto Histórico, una teoría nueva sobre el pensamiento andino, su lógica o sistema de representaciones, su sentido e intereses. Esta teoría nos aproxima a lo que distingue al universo cultural andino, y explora la eventualidad de una economía distinta para los andes, a la que Ramos denomina post-industrial. Es decir, el universo cultural andino no sería solamente la combinación de factores étnicos, cosmogónicos, religiosos, técnicos, productivos y sociales, sino un conjunto de intereses muy plurales reunidos en una nueva utopía para los andes, que supere ese falso no-lugar del estancamiento y la dependencia del capitalismo atrasado, y el atavismo del milenarismo inventado por historiadores, antropólogos y etnógrafos hispanistas o eurocéntricos, que hicieron creer a muchos que los movimientos indígenas o indianistas pretendieron con sus revueltas y revoluciones entre los siglos XVI y XX restablecer el sistema social que hubiera hasta inicios de la colonización europea del siglo XIV, sistema que algunos historiadores han llamado la utopía andina, reduciendo su pasado a lo que fuera su comunitarismo, y a sus reminiscencias que todavía se observan en sus comunidades; sin comprender que este pasado tiene importancia porque su presente es sobre todo la continuidad de la historia con una forma original de pensar el mundo y la vida, y que en su forma más popular se ha llamado racionalidad andina al destacar su capacidad adaptativa a la geografía y clima de los andes, por cierto con interesado descuido de su utilidad para el desarrollo de sociedades que tienen todo el derecho del mundo para distinguirse de occidente. En realidad la eventualidad de esa falsa utopía andina quedaba reducida a una identidad esquizofrenica con lo andino y el pasado precolombino, como si el trauma del primer encuentro obligara a sus pueblos indígenas contemporáneos a ansiar el retorno del Tahuantinsuyo; y a los no-andinos a buscar desesperadamente y sin reparo la senda embustera de su completa occidentalización. En realidad las sociedades andinas fueron suplantadas por el colonialismo que desprestigiaba a lo andino en la miseria y la pobreza que se le impusiera para evitar que el universo cultural andino recuperara la fuerza de su continuidad, de su civilización que fue comparada con la griega, romana y egipcia, y por lo tanto, de su aptitud para romper y cambiar las condiciones que su cultura enfrento después de su derrota, es decir, su capacidad para inventarlo todo casi de nuevo, como estaban acostumbrados a hacerlo.

La utopía andina fue arcaizada, como fueron sus comunidades y sus pueblos, como ya hemos señalado. La lógica propia o «forma» diferente del pensamiento andino, que constituye el principal aporte de esta corriente intelectual, permite comprender que la importancia de la economía andina no está solamente en lo comunal, sino en las formas en que el hombre andino configura y construye un sistema social en el que todo debe complementarse y proporcionarse hasta conseguir un equilibrio, cualesquiera sean sus diferencias sociales, culturales, intereses y fines, sistema en el que los cambios preparan rupturas, en las que lo que se manifiesta en la vida y la sociedad no sea lo mismo, las mismas diferencias, sino nuevas, radicalmente nuevas; una percepción de los cambios y la sociedad que tiene su forma ‘arcaica’ en lo que se denominara el pachakuti, que en la cosmogonía andina guarda relación con los cambios naturales a que se ve sometido cíclicamente su hábitat por la Corriente del Niño, pero, que desde su sistema de pensamiento expresa el sentido de los cambios que el hombre andino consideraba y perseguía, y que persigue aún. Para la lógica del pensamiento andino no es natural la escisión entre lo individual y lo comunitario, escisión sobre la que se funda el capitalismo y la modernidad; tampoco formas de gobierno que favorecen una forma de vida y de conducta humana respecto de otras, ya que asume como un supuesto existencial que las partes están apareadas en el todo, en el que lo equitativo y recíproco no se debe a la relación unívoca del individuo con la naturaleza y la sociedad, sino a relaciones complementarias y muy plurales en las que tienen el mismo valor los sujetos individuales, la familia, la sociedad; como la naturaleza, la producción, la reproducción y la distribución.

El bienestar (o Allin Kausay en runa simi), por lo tanto, no se traslada a la distribución, o se reduce al simple «desarrollo», el bienestar es lo que son o deben ser las distintas formas de paridad en la complementariedad y proporcionalidad que el hombre establece con sus semejantes, consigo mismo, en la comunidad humana y de esta con el medio natural, y con sus creaciones, sean éstas la economía, la distribución, las instituciones de control y represión, las creencias, las actividades reproductivas y lúdicas, todas las que deben proporcionarse a efecto de que la existencia del hombre sea menos incierta y angustiante en la satisfacción de necesidades, deseos y expectativas. En realidad esta corriente intelectual desarcaíza a la cultura andina y la libera de la falsa conciencia de sus detractores como de sus defensores indigenistas, y nos permite tener otra mirada de su universo cultural, comprensión que debe revolucionar a la teoría social en nuestras sociedades, y permitir que la historia antigua, colonial y republicana se rehaga para aportar a una comprensión nueva de sus sociedades y su evolución como sociedades andinas contemporáneas con el justo derecho para construir sus ideales dándole forma al socialismo andino; pueblos que hablen todas sus lenguas desarrollando la lingüística y la semiótica de sus idiomas nativos, lenguas que como sabemos han terminado andinizando el castellano que se habla en nuestros países.

*José Mendívil es investigador del Instituto de Ciencia y Tecnología de la Universidad Ricardo Palma, de Lima-Perú, dirige el programa de investigación Proyecto Histórico para el Perú, como resultado de sus estudios ha publicado ¿En que nación queremos vivir los peruanos del siglo XXI?, y La Otra Libertad. Estos artículos han sido extraídos de su libro El Socialismo Andino, actualmente en imprenta.

Un comentario

  1. Saludos hermanas y hermanos quechuas – aymaras y de otras nacinalidades.

    Desde todo punto de vista saludamos el esfuerzo que están haciendo al desarrollar nuestro SOCIALISMO, al respecto acotamos. Pachamama nos a unido para hablar sobre y en nombre de ella, los abuelos ya lo dijeron sabiamente SI INICIAMOS MUCHOS, TERMINAMOS POCOS, pero si INICIAMOS POCOS TERMINAREMOS MUCHOS…..cumpliendo el mito de «volveremos y seremos millones». Ustedes le están dando un valor académico e ideológico a nuestro amanecer quechua-aymara, al desarrollar el SOCIALISM ANDINO, que en quechua y aymara decimos LLAPALLANCHIK – Q’ALLPACHA, todos juntos, en Puno nacimos cmo SUMA y actualmente crece cada día MAS, y pronto llegaremos a ser una gran MASA. QHARI WARMI – CHACHA WARMI caminaremos siempre por el QHAPAQ ÑAN buscando el SUMAQ KAWSAY – SUMA QAMAÑA. Los pueblos originarios del QULLA SUYU- NACION KOLLA así se los demanda. Y como ya indicamos anteriormente, diferenciar claramente el socialismo andino amazonico LLAPALLANCHIK – Q’ALLPACHA, del socialismo occidental basada en el individuo (cada uno), sencillamente amautizar a los socratizados, así como ya lo hicieron nuestros QHAPAQ QULLA – QHAPAQ QUYA a orillas del lago sagrado de los INKAKUNA – INKANAKA, cultura que ahora debemos encaminarlo en la política como instrumento para llegar a restaurar la IDIOLOGIA ANDINA -AMAZONICA DEL TAWANTINSUYU.

    TINKUNANCHISKAMA

    Ht’a. Yawar Wawasunqu.
    Qulla Suyu-Puno

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